El campo
Cuando cambió de finca por un problema con el dueño, el nuevo lugar le pareció más cómodo y espacioso. Era bueno estar ahí. La vida en el campo y la muerte de su esposa lo endurecieron.
Montañas en el horizonte de la llanura, nubes cubrían las cimas, bruma se elevaba desganada del pasto húmedo. Siempre le gustó aquel panorama. Después de las tareas del día, por la noche, buscaba la bolsa de tabaco, rellenaba la pipa. Fumaba viendo la oscuridad desde la ventana, un momento de paz.
Una noche, el resplandor breve, que nunca comprendió, se produjo en una hondonada del campo, próximo a una cavidad en la base de un roble viejo y retorcido. Pensó en asaltantes que vendrían a robar su ganado.
Asió la escopeta y miró por la ventana. Fue a la puerta y salió, examinó la inmensidad, quien hubiera sido ya no estaba. Oyó el ruido de grillos y las hojas de los arboles mecidas por el viento.
Otra noche, el resplandor iluminó la casa. La luz lo despertó, irrumpió por la ventana del cuarto, no pudo creer lo que veía...